QUE VOY A HACER CONMIGO

He llegado a creer que me he perdido. En algún momento escribía sobre amores y desamores y al parecer era feliz. Contaba a grandes rasgos todo lo malo que me ocurría y cambiaba algunas fechas y lugares o ponía el típico ‘le paso a un amigo’ para no sentirme tan identificado y poder obviar el tema principal. Funcionó por algún tiempo ya que los temas iban y venían: amor adolescente, amor juguete, amor pirata, amor de contrabando, amor no correspondido y todas sus variantes y vertientes.

En realidad no eran temas de amor sino todo lo contrario, definitivamente lo opuesto. Hablaba de desamor y no había caído en cuenta que era tan obvio hasta hoy que un amigo, un viejo compadre de batallas rockeras me lo dijo de frente y sin miramientos: ¿Qué demonios te pasa? Entonces yo, que según los entendidos podía hacer llorar literalmente a las teclas de la computadora con mis historias y que algunos han podido leer en este pequeño espacio, me había quedado sin palabras.

Entonces ¿existe la vida después del (des)amor literario, existe algún tema medianamente interesante que no genere tanta controversia o comentarios de la gente alrededor? ¿Podría escribir sobre otros tantos temas sin caer en el aburrimiento? Vaya que me quedé pensado en todas estas cuestiones, y ya avanzada la noche no quedó otra solución que escribir al respecto, ya que era en definitiva, un tema nuevo. ¡Eureka!

Creo que no quise contestar la pregunta y simplemente deje que el tiempo pasara, opte por un gesto virtual o un no-pasa-nada-chochera, que solucionó el impase en ese. Es gracioso notar que puedes llegar a preocupar a algunas personas sin proponértelo. Quien realmente te conoce puede decirte sin mucho miramiento que sabe que algo está ocurriendo en tu vida.

No compartí posts nuevos ni actualicé el viejo blog y dejé así de escribir por unos meses (¿o fueron años?) ya que había decidido contestar (me) esa vital pregunta. ¿En verdad podía escribir sobre algo que no tenga que ver con el amor? Si concluía en NO, tendría que poner delete a este espacio que tantas veces me cambió el sentir para siempre, para no volverme un escritor monótono. Uno de tantos.

Salvo alguno que otro pedido particular (tengo un artículo pendiente sobre los Thundercats que iba a salir en una revista) sabía que me he quedado sin tema aparente. Sé que para algunos amigos el estar tranquilo o sin novedades sentimentales sobre todo para los que escribimos, es parte de perder el encanto en este mundo virtual del blog. Creo que si no sufres no eres (tan) leído. ¿No es verdad? Entonces la respuesta se acercaba peligrosamente a la negativa esperada.

La felicidad para quienes escribimos es una isla que no se debe compartir de ninguna manera. El blog, debía ser entonces mi sala de torturas, mi latigazo en la espalda a lo Código Da Vinci y no ser para nada una colorida forma de expresar amor o una enorme sonrisa: La miel empalaga y el exceso de ella le interesa solamente al osito Pooh (no, no a mí sino al verdadero).

La felicidad no vende en estos tiempos, no es un producto para los tristes mortales que pululamos por la vida pensando en que la vida es una canción. A la gente le gusta la telenovela mexicana, la lágrima, el moco y la baba, le encanta leer lo mal que uno se siente y que sea tan visceral que se note. Eso despierta nuestra identificación: a mí también me paso amigo, me encanta como escribes. See ya!

Siempre pensé en la felicidad como una historia extraña que empezaba con ‘habia una vez’ y rara vez terminaba con un ‘y fueron felices para siempre’. Porque a todos nos gusta leer sobre finales abruptos, sobre rompimientos, sobre dolor. ¿La felicidad no vende? No. La vida de la gente feliz no es tan interesante, que es distinto.

Pero si he construido mis historias con total felicidad, a pesar de un tema triste o doloroso, me hace muy feliz el poder compartirlas con ustedes, que pierden el tiempo al leerme (lo cual me parece genial) y que ven a través de esta ventana lo que me sucede y que tal vez también lo que le sucede a otras personas también. Creo que es oportuno agradecer (te) por leer este pequeño espacio, que empezó como un archivo pequeñito y que ahora es una extensión de mis incidencias, de mi vivir.

¿Qué me pasa? Nada, absolutamente nada. Si puedo escribir sobre otros temas, lo voy a hacer ahora y siempre porque no quiero ser un tedioso más-de-lo-mismo o enamorado del amor para siempre, prometo reinventarme lo más que pueda y tratar diferentes historias por aquí. No solo puedo hablar de la lluvia y del dolor, sino también de un hermoso cielo despejado y de un cariño extraño pero particular, sin llegar a ser aburrido en el proceso. En serio voy a tratar y si no puedo me lo dicen y empiezo de cero.

Y como nadie es totalmente feliz, porque para llegar a ello tienes que construir muy bien los cimientos de tu vida desde el inicio, hay temas para rato, para rato. La vida no es perfecta, no es simple, debe tener sus riesgos y adrenalina, sus escollos y peligros. Porque así, si tiene chiste vivir la vida: si fuera simplemente un camino de rosas o ladrillos amarillos, no tendría el mismo sentido transitarlo una y otra vez para aprender, para crecer y para madurar y no tendría sobre que escribir. Life without risk is Disneyland.

Creo que me he vuelto un narrador distinto al final de estas líneas, un poco menos cínico que en mis tiernos inicios. He cambiado y hemos cambiado juntos en este proceso queridos amigos invisibles, sigo creyendo que el amor es una maldita lotería, que puedes sacarte el premio mayor o puedes perderlo todo. Y no cambiaré. Seguiré escribiendo sobre lo que pasa por mi cabeza, en mi extraño mundo y sobre mis amigos de siempre, la mejor fuente de inspiración del planeta. Creo que no me he perdido como dije al inicio, creo que me he encontrado aquí una vez más. Lo volviste a hacer. Estoy llorando nuevamente y es que estoy vivo, estoy feliz.

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