SANZ, YO Y MI OTRO YO

Alejandro Sanz siempre fue el maestro de la lágrima. Pero maestro al fin. Se podría decir que con el disco 3 sus mejores lecciones se distribuyeron por el mundo y formaron parte de miles de historias de amor. A mí este disco en especial me tocó de muchas maneras, me hizo pensar en al escribir lo que sale de tu alma, dejas un poco de tu historia para los demás, porque ese sentir debe ser compartido.

Y es que finalmente el escribir me ha dado muchas satisfacciones, he conocido muchos amigos y amigas por este medio y me encanta hacerlo y seguir haciéndolo. Soy feliz aunque parezca que al escribir algunas líneas aquí, la tristeza sea mi almohada a la hora de dormir.

Como decía Carlos País Vera, el secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace. Y nada más cierto que aquello. Y bueno este post es sobre una de mis canciones favoritas, esas que me hacen pensar y me rompen la cabeza a veces, hecho que he de reconocer me encanta porque hace trabajar mis hemisferios, algo dormidos en estos últimos días.

Les contaba sobre Mr. Sanz, que es un gran conocedor del alma, que en sus canciones refleja muchas vivencias y mucho de nosotros mismo. Tuve y aún tengo más de un CD de español (hasta el single de Looking for Paradise con Alicia Keys y guardo aún mi copia del 3) y no me cansaba de leer y releer el cancionero e imaginar mi vida enlazada con esas letras que te partían en dos el alma. Y vaya que lo sigue haciendo el desgraciado, como diría mi tía Laura Bozzo.

Ya no lo escucho tan a menudo, ahora debería bajarlo a mp3 porque mi equipo está algo descompuesto y no encuentro mi discman (¿no te lo preste?) pero la radio (cuando no, masoquista) siempre pasa sus canciones. Y fue en uno de estos especiales de fin de semana que colocaron (a mi parecer) uno de sus mejores temas: ¿Y si fuera ella?

Una canción que a manera de pregunta hizo que empezara a escribir aquí en una noche de insomnio que como muchas, pueblan mis meses de noctambulismo agudo, puede que de romántico no tendrá mucho pero si de realidad. De la mía.

Ella, se desliza y me atropella. Y, aunque a veces no me importe, sé que el día que la pierda, volvería sufrir por ella. Y bueno es que el amor es así, a veces nos atropella y no nos importa cuando en realidad debería, a veces nos falta ser un poco egoístas y no pensar tanto en la otra persona, que tal vez y solo tal vez no nos acepte tal como somos, es por ello que deberíamos pensar en nosotros para no sufrir, deberíamos ser sinceros y no involucrarnos si no queremos. Si no queremos nada de nada, pero si estamos aquí, solo nos queda ser consecuentes con lo que decidamos, porque no hay bueno ni malo, solo es lo que es.

Ella, que aparece y que se esconde; que se marcha y que se queda; que es pregunta y es respuesta; que es mi oscuridad, mi estrella. Puede que ella llegue y se vaya, que aún no defina que hacer con su vida, que entre y salga de aquí y de allá, que nunca esté donde queramos sino que marche a su propio ritmo. Entonces. ¿Qué hacemos? ¿Nos ponemos firmes o dejamos que pase el tiempo sin decir nada? Si hacemos lo último podemos perder este tren de los momentos, para siempre.

Ella, me peina el alma y me la enreda; va conmigo pero, no sé dónde va. Mi rival, mi compañera; que esta tan dentro de mi vida y, a la vez, esta tan fuera. Sé que volveré a perderme y, la encontrare de nuevo pero con otro rostro y otro nombre diferente y otro cuerpo. Y dale con la contradicción.

Va conmigo pero no se a donde vá. Vaya, quien podría soportar todo esto ¿no? Tal vez un corazón enamorado que no puede decir adiós porque sabe, muy en el fondo, que esto es lo mejor para uno de ellos, que el tiempo es tiempo y que toda esta confusión es solo una parte y que al final veremos el todo aunque nadie lo ve así ahora.

Pero sigue siendo ella, que otra vez me lleva; nunca me responde si, al girar la rueda… Sobre la bendita rueda tengo una teoría nueva: Y es que, si alguna vez escuche que la vida es cíclica, que todo tiene un inicio y un final, cuando casi lo tomo como verdad absoluta, Sanz replica que el mejor pensar que la vida es una rueda y va girando, y nadie sabe cuando tiene que saltar y toda esa nota ¡Y es genial! Creo que es mejor pensar así. Como una rueda que impulsan dos hamsters que quieren llegar a algún lado. Dos.

Ella, se hace fría y se hace eterna; un suspiro en la tormenta, a la que tantas veces le cambio la voz. Gente que va y que viene y, siempre es ella, que me miente y me lo niega; que me olvida y me recuerda. Y bueno si es fría y se hace eterna, ¿qué hacer? Comprar una terma para que se caliente y no dejarla como la joya del Titanic en el fondo del mar de nuestros recuerdos, si es un suspiro en una tormenta es algo diferente, especial.

Al final como dicen la gente viene y va pero dos almas que se aman, siempre se quedan juntas. Siempre. Y si miente y lo niega: Quien por su gusto padece, no son penas las que sufre, como decía mi abuelita pero también decía que la mejor recompensa las reciben los pacientes, los que saben esperar y no piden nada a cambio.

Pero si mi boca se equivoca, y al llamarla nombro a otra, a veces siente compasión por este loco, ciego y loco corazón. Si nos equivocamos será porque no la hemos olvidado, aunque siempre digamos que debemos hacerlo. Si sentimos amor antes de compasión por quien está allí en el fondo, es que definitivamente el corazón es ciego y loco como dice la canción, porque si pensamos con la cabeza podemos verlo con toda lógica y ver un resultado con variables pero ¿Quién dijo que el amor es lógico? ¿Quién? El corazón nunca se equivoca. Nunca.

Sea, lo que quiera Dios que sea, mi delito es la torpeza de ignorar que hay quien no tiene corazón. Y va quemándome, va quemándome y me quema. Y bueno no creo que exista gente sin corazón, salvo en la morgue, puede ser que está algo confundida aún, y aún tener una linda sonrisa y la mejor de las intenciones pero sé que al final, solo se quemarán en la hoguera de la estupidez, los que no jugaron todas sus cartas, lo que no fueron hasta el final. Solo eso.

Ella, además y siguiendo con la canción, me peina el alma y me la enreda. Siempre lo ha hecho, es decir quien no nos ha confundido alguna vez al hacer un remolino en nuestro cabello y en nuestra pequeña alma de querubín. Me siento distinto al escribir sobre ella y tengo por seguro que ya no es ‘ella’ sino una nueva, una con la que puedo conversar de cosas más profundas, sobreviviendo a todo y a todos. Ahora va conmigo, digo yo…y si bien todo inicio es difícil, no es imposible. Para nada.

Mi rival, mi compañera, esa es ella, pero me cuesta, cuando otro adiós se ve tan cerca y la perderé de nuevo y otra vez preguntare, mientras se va y, no habrá respuesta. Y, si esa que se aleja... La que estoy perdiendo... y ¿si esa era? y ¿si fuera ella? Qué triste sería mi vida ¿verdad? Pero la vida también es riesgos y la gente que no las toma es cobarde porque vive a medias, porque no siente lo que uno, porque no entiende que amar (te) duele. Pero te enseña y vaya que he(mos) aprendido ¿no es así?

Los adioses están siempre allí, no los vemos pero allí están las señales, siempre a nuestro alcance. Escucha lo que tengas que escuchar, pregunta todo y sobre todo no dejes ningún cabo suelto si no quieres regresar al mismo punto, porque un nuevo inicio, será un nuevo comienzo, sin esos errores que permitieron el adiós. No dejes que se vaya tranquilita sin hacer mucho ruido: Nadie muere de amor, o por falta de él, pero si hay una esperanza ¿no es mejor dar la batalla?

No tengo como saber, a estas alturas si esa persona que partió es ‘ella’, como dice la canción. O si la que comparte hoy mi vida será una nueva ‘ella’, supongo que el tiempo me lo dirá, porque la miro y la vuelvo a mirar dormida y juro es distinto. No podría afirmar si estoy mejor o peor que ayer, pero tenía que iniciar mi camino que empecé hace mucho y tenía que hacerlo por mí y por nadie más.

Sí, la miro y sé ahora es una nueva persona, una diferente, otro nombre y otro cuerpo, no lo sé... y, ¿si fuera ella? Si fuera ella. Diablos, ¿Por qué tanta pregunta? No sé si es ella, si es otra y si será la de siempre, se que ya no ella, la lejana, es una nueva ella y punto. Así debió ser, por mí y por ‘ella’. Así será de ahora en adelante, así que muchas gracias Sanz, por tanta magia, por tantas canciones, por tanto corazón en todas ellas y por acompañar esa noche de lluvia, donde las gotas también se preguntaban ¿si fuera ella?

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