sábado, setiembre 01, 2007

CUANDO SETIEMBRE ACABE

No se si es el frío horroroso de la mañana, pero debe ser que los días grises me ponen un tanto feeling. Tal vez sea la cercanía a mi cumpleaños (no, hoy no es), pero el 04 esta a la vuelta de la esquina, y a pesar de no estar finalizando el año, siento que es momento de un breve recuento de mi existencia. Es momento de echarle un vistazo a algo más que a los días, esos que simplemente pasan, como un viejo calendario con sus veranos, primaveras, inviernos y otoños incluidos. Este septiembre trae consigo muchos días de caminatas bajo la lluvia, esas que siempre me hacen pensar de más. Ya pasó un año en mi calendario personal, un año más de aprendizaje, de convivencia contigo mismo y con los demás, de experiencias nuevas, y en algunos casos de promesas rotas o historias inconclusas.

Debe ser también que a veces se te gastan las palabras, los colores, las sonrisas; y necesitas renovarte. Necesitas un tiempo para ti como decía Axl Rose en November Rain. Es precisamente allí dónde todo vuelve a empezar. Donde la nostalgia te quiere poner cabe, y es que los años no pasan en vano pero ya estas grandecito para seguir en lo mismo. Borrón y cuenta nueva. Y es que, inesperadamente, la vida te impregna de nuevos olores, caras antes desconocidas, voces insospechadas y recuerdos del más allá que te traen más acá.

No se si les ha pasado, pero muchas veces presiento que estoy parado justamente en esa línea divisoria que separa el antes del después. Ya los Enanitos Verdes lo habían dejado claro en otra histórica canción, cuando hablo de esa línea divide lo que eres de lo que serás. Y junto a ese presentimiento se le suma la inocente intuición de que todo mañana será mejor. Inocencia que he perdido para siempre. Porque se que tengo que dejar de ser como fuí para convertirme en la persona que seré de ahora en adelante.

Es en esta línea también, donde suceden las preguntas, de esas cuyas respuestas no satisface un par de monosílabos, sino en cambio requieren una estructura más compleja; y decides hacer trampita y mirar de reojo hacia atrás, e indagar en cada rincón de tus recuerdos. En busca de algún vestigio de certeza, de alguna señal de verdad. Como dice Maná: Esperas que te manden una señal, cuando todas ellas están frente a tus ojos, siempre estuvieron, nunca se alejaron.

No poseo todas las respuestas, ni siquiera me doy a vasto con mis propias preguntas (con todas las que no he hecho y que ya no haré) , pero a pesar de ello, tengo la leve sospecha que muy dentro de nosotros, infiltradas en nuestro pensamiento y en nuestro corazón, podemos hallar unas cuántas, al menos las suficientes para sobrevivir.

Quizás sea cuestión de observar minuciosamente nuestro interior, sobre todo el mío. Todo es cuestión de tomarse un tiempo para descifrar las señales del destino (ese misterioso Serendipity del que hablan las películas) , el mismo destino que nos habla, y nos habla en voz alta a través de cada rostro, de cada gesto, con cada palabra dicha y aún en aquellas que se perdieron en el silencio.

El mismo que me coloca aquí escribiéndole a una persona que nunca contestará el mensaje en la botella (una muy buena película de Kevin Costner sin el típico final de Hollywood), alguien que perdió la esperanza en lo que decía soñar y de paso me hizo perderla mía en el proceso. Prefiero compartir de alguna manera con la persona que este leyendo en este momento mi blog esta parte del recuento de mi vida, y agradecerle a aquella lejana ausente por ese tramo en el que la misma e irónica vida nos cruzó y que nos colocó frente a frente (¿porque duró todo tan poco?).

No acabo de comprender, (y francamente dudo que alguna vez lo haga), los designios misteriosos del destino, pero alguna “extraña” confabulación debió existir allá arriba, donde las vidas se predestinan y se arreglan los encuentros, para que termine frente a una fría pantalla en una casona colonial de la Plaza de Armas, tiempo después con una sonrisa en los labios revelándote mis buenos deseos de felicidad para todo el mundo como un discurso que recita de paporreta la nueva Miss Perú y sintiendo que no todo esta perdido para mí. Al menos hoy, al acercarse “mi día” quiero pensar así.

Gracias a todos los que aparecen en mi vida así de improviso, a aquella chica que me hizo sonreír y hacer algo impulsivo sin saber su nombre, a mis compañeros del trabajo por sus buenos deseos aún sin conocerme, a los amigos de siempre, porque me hacen sentir que el tiempo no ha trascurrido para nosotros, a pesar de los calendarios en contra, a toda esa gente maravillosa y a mi familia también, por irrumpir la monotonía de estos 29 años, por acompañarme al cine aún cuando diga que “no quiero ir”, por regalarme algo de tiempo valioso y confiarme algunos pensamientos, por creer que soy un psicólogo que ayuda a todos menos a sí mismo. Por confiar y brindarme esa hermosa palabra con A: su Amistad. Por tenerme en cuenta en actividades que detesto y a las que sin embargo asisto, para no sentirme mal (y no hacerlos sentir mal por intentarlo).

En este cumpleaños ya he recibido los mejores regalos de la gente que se acuerda de mí, les agradezco a todos, los que me quieres y los que me odian como alguna vez leí, por recordarme la magia que se esconde en las casualidades, que finalmente como leí en algún lado, no son más que “causalidades”. Espero seguir siendo así de yo como hasta ahora (todo el mundo espera que nunca cambies no?), al menos quiero de todo corazón que no cambie ese yo que conozco, ese tonto que al parecer merece la pena sobrevivir (como una canción de Zen) y extender su esencia …algunos años más.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

MUY LINDO ESCRIBES..MI BLOG ES...ginnapuente.blogspot.com