lunes, noviembre 05, 2007

LA ETERNA PREGUNTA


Sabía que algo no andaba bien. Lo que no sabía es si nos volveríamos ver. A pesar de lo mal que me sentí aquella noche, no quería que te alejaras. Se que no mentí al decirte lo que sentía por ti. Te lo dije, finalmente (vaya que te lo dije). A mi modo particular, dando mil y un rodeos, mirando al cielo esperando una respuesta o señal que me indicara que estaba todo bien. Sí, lo hice. Vencí a esa pared inmensa que era el desgano y el desamor. Ya no quería saber nada, hasta que llegaste un día de lluvia. Como el de hoy. No le encuentro sentido a muchas cosas que hago ahora. Es tarde y me gustaría correr a tu lado, saber que estas pensando. ¿Lo sabré algún día?

- ¿Por qué piensas que no te podrías enamorar?
- No lo se, simplemente no me interesa el tema.
- Gracias.
- No lo dije por molestarte, simplemente que no me gusta hablar de esos temas contigo,
¿No podemos hablar de cine o de música?
- ¿Por qué evades el tema? ¿A qué le temes?

Nunca te lo dije, pero deseaba que no seas solamente una amiga. En cierto sentido, al conocernos, sentía que ya lo habíamos hecho antes. Alguna vida anterior si es que tú también creías en el destino. Sentía que habíamos vivido casi lo mismo, era cuestión de cambiar un poco los nombres y el tiempo. Juro que deseé tanto haberte conocido antes, como una canción, pero no fue así. Fue justo ahora. ¿Destino? Nunca creí totalmente en él. No hasta ahora que nuestros caminos se cruzaron o que decidimos que se cruzaran, nunca tengo claro ese concepto. Ya no importa. Pero tú querías ser mi amiga, mi eterna amiga y contarme todas tus cosas: hablarme de sentimientos que no tenias conmigo ni para conmigo, contarme que te sucedía con tal o cuál persona. Debí sentirme halagado de que pensaras así. Pero me sentía apenado, molesto, incómodo que me vieras simplemente como un confidente. Como una buena persona.

- No le temo a nada, simplemente que no me gusta hablar de ello.
- ¿Por qué? Que cerrado que eres, te odio ¿Sabes?
- Simplemente no quiero, déjame en paz.
- Perfecto, no te vuelvo a preguntar nada. Nada.

¿Porqué no? Esta vez era diferente y no podía hacer nada contra mi mismo. ¿Cómo convencerte de lo que sentía?. No podía hacer nada contra ti. Tú querías ser amable y yo estaba siempre a la defensiva. Quería decirte que empezaba a sentir por ti algo distinto y todo lo que salía de mi boca era un no definitivo. Un no para siempre.

- ¿Que pasaría si te dijera que me gustas?
- Deja de jugar ¿quieres?
- Pero es verdad, es una simple pregunta.
- Lo siento, me voy.
- Fue una simple pregunta, pero ya se que eres un cobarde.
- ¿Qué?

¿En que pienso? En que quizás soy tal cuál me describiste. Un cobarde. Alguien que tiene miedo y que lo tendrá toda su vida. Dicen que el miedo es un mecanismo de defensa. Que los valientes son cobardes que no demuestran tal sentimiento. Entonces somos unos eternos embaucadores, unos maquilladores de sentimientos, unos perfectos actores. No lo sé. Nunca me sentí tan confundido. Siento que pierdo de algún modo. No gané nada. No probé nada. Las horas se me hacen interminables. Me pediste tiempo aún sin decirme nada. Un pacto silente de nuevo en mi vida.

No puedo seguir escribiéndote en mi mente, ya no te encuentro. No estas más aquí. Espero que ahora escuches tu corazón, como esas gotas de lluvia que caen sobre mi ventana por las noches. Esa ventana que espera verte saludándome otra vez. No podría explicarte como sucedió todo lo que siento ahora, como iniciamos este camino.

- No me da miedo nada, a que podría temerle ¿A ti?
- Porque no, ¿me tienes miedo?
- No
- Me haces reír, miedoso.

Cada gota, un nuevo golpe, un nuevo despertar. Hacia mucho tiempo que no reía, que no soñaba. Mucho tiempo ha pasado: ya no pensaba en alguien como lo hago ahora contigo. No sabré que me impulsó a decirte algo distinto esta vez. Al pensar en ti, al escribirte ahora en mi mente espero conciliar por fin el sueño. Porque rompí el pacto que hicimos aquel día. Solo seremos amigos dijiste. Y nunca cambiará. Nunca, siempre. Esas palabras no deberíamos mencionarlas. Es como una maldición. Una vez leí que la mejor manera de alejarse de la tentación era caer en ella. ¿Como no hacerlo? Eras una persona increíble para mí, tus detalles, tu forma de ser conmigo. No debí confundirlo todo, no debí decirte nada. Pero lo hice. Sucedió y no puedo remediarlo ahora. Es demasiado tarde para nosotros. Adiós.

- ¿Sabes que voy a hacer?
- Nada, porque eres un cobarde, no quiero nada, ya me aburrí de este juego
- ¿Juego? Esto no es un juego para mi, ahora veras…

Llueve, y al parecer la lluvia se esta llevando una parte mía, se lleva algunas lagrimas y lava un poco mi alma, tambien se lleva un nuevo recuerdo, que cae ahora sobre mi rostro. No estás aquí y no te puede decir adiós. No quería y no quiero hacerlo. No quiero. ¿Porque esta vez es diferente?. No quería a nadie a mí alrededor y ahora no quiero que te vayas.

Aun tengo muchas preguntas que quedaron sin respuesta. Hay mucho de mí aún en ti. Te quiero, y quizás ésta sea la frase que repita en estas cortas líneas hacia ti. Líneas que no leerás nunca porque no las estoy escribiendo. Se las dicto a mi mente a ver si me entiende. Si sabe la respuesta a toda esta confusión. Muchas veces creí que eras un sueño y si lo eres, no quiero despertar.

Reír, soñar, amar, parece tan simple y he aprendido al final del camino que no puedes tener todo lo que deseas, que los amigos son los amigos y que el amor es una fuerza que muchas veces te destruye. Y te transforma. ¿Porque deje que sucediera? ¿Porque dejamos que nos pasara? Bueno, eso ya no importa.

No tengo todas las respuestas y se que tal vez me quede con algunas. Guardaré todo lo que siento para mí, solo para mí y así no dañare a nadie más. No quiero sentir nada nuevo, ya no. Es demasiado tarde y sólo me queda una pregunta que si me gustaría responderme: ¿Porque te besé?

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Sergio escribes muy bien ya me gustaria poder escribir la mitad de lo bie q tu escribes sigue adelante